Un refugio
No
es de recordar, a veces recurro a mi imaginación, otras veces lo sueño, es como
soñar el pasado un poco borroso; Una tarde de primavera, escuchaba gritos,
gritos dolorosos, y suspiros profundos, escandalosos, una mujer no muy joven,
sufría en su vientre, yo, no sabía lo que pasaba. No recuerdo si llovía, quizás
solo era una breve brisa sin prisa, como la idea de querer salir entrando al
mundo, a una vida llena de emociones, sorpresas, dolor, sentimientos… todo iría
bien, hasta el momento en que estando fuera, no sabría qué hacer con el tiempo,
con mi entorno, con la vida. Hasta entonces, según el tiempo pasado, o quizás
perdido entre extraños momentos, un 24 de marzo del 2001, comencé a deambular
por este misterioso mundo.
Mi
infancia fue desabrida, en una época en donde la tecnología comenzó a
sobresalir entre los humanos, no sabía si salir a la calle a jugar era mejor
que quedarme jugando videojuegos como lo hacían todos. Por desgracia, mis
hermanas comenzaban una etapa confusa; la adolescencia, quedándome así con sus
viejos juguetes, y su triste ausencia. Yo hablaba con alguien, entre las
paredes de la habitación, jugaba con alguien, bajo las camas de mis familiares,
corría con alguien, entre los pasillos de la casa, reía con alguien que a mi
madre le preocupaba. Tendía a hacer que mi madre sirviera comida en el plato de
alguien, y si, realmente me divertía mucho con alguien. Alguien que apareció,
recurrió a mi cuando no tenía amigos, lo quise y aún lo quiero mucho, pero
ahora solo existe en un cuaderno, unas páginas que escribí para ese alguien. La inocencia desapareció
muy pronto, haciéndome ver lo aburrido que eran los días, empecé a brincarme
momentos una inocente epifanía, llena de colores, diversión, y pase a una etapa
mayor, un poco adulta, con el contexto en el que me desarrollo, con la
ideología de mis 4 hermanas, retroalimentar la mía, y me deje de juegos y
tonterías que me hubiese gustado seguir. Aprendía a leer y entablar
conversaciones más allá de un color favorito, de un personaje animado, más allá
de una niñez.
Me
gusta una conversación llena de cuestiones, me gustan unos oídos que escuchan
lo que pienso, me gustan unos ojos, que ven mis misterios, me gusta una boca
que me grite y me susurre, me gustan unos brazos que son vulnerables ante todo
cuando me abrazan, y son tan valientes y fuertes ante la vida. Ella es más que
un humano, más que una mujer, más que una señora, más que mi madre, más que un
ángel, es una diosa, en ella hay algo que no se puede descifrar ni con
palabras, es tan dócil mostrando su coraje día a día, demostrando su poder ante
todas las cosas. Podría hacer muchas cosas sin ella, incluso vivir, pero si por
ella no fuera, me faltaría todo, aunque este lejos, está dentro de mí, y eso es
magia, la magia de su corazón.
Él
es un contraste, por fuera se ve rudo, fuerte, es un poco frío, bromista,
incluso machista, me gustan sus ojos, porque son los únicos que delatan lo que
realmente es por dentro, es vulnerable con muchas cosas, pero sobre todo con la
música de los 70’ 80’ y 90’. Ambos somos muy bromistas, me gusta esa parte
porque hace una conexión de pequeños
eslabones que estallan entre el cariño que nos tenemos.
He
estado pensando en eso que nos conecta, a mí y a mis 4 hermanas mayores, las 5
somas tan distantes, tan diferentes a su manera, unidas como los dedos de una
mano. Juntas creamos un babel increíble, me gusta cada una de ellas a su
manera, como eso que las hace vulnerables, o lo que las hace rudas, todas somos
como una sola, es fascinante la confianza entre nosotras. Pero, es por ellas la causa de mi tortura
mental.
Los
fines de semana suelen ser muy monótonos, algunas veces nos vamos a las
montañas, o a lugares fuera de la ciudad, a veces acampamos, pero la mayoría
son de estar en casa, ver películas, leer libros, escuchar música etc.
Un
refugio es un rincón, a veces oscuro, a veces brillante, un refugio no solo es
un sitio, a veces sofocante, a veces despejado, un refugio no solo te acoge en
los buenos y malos momentos, un refugio no es solo un par de personas apoyándote;
mi refugio es muy distinto a una familia, es una dócil acogida que vuelve
vulnerable mis furias, vuelve fuerte mi parte débil, vuelve esperanza lo que ya
no tiene remedio, vuelve oportunidad lo que el tiempo ya ha perdido, vuelve
amor lo que muchas veces odié, simplemente vuelve delicada la vida, llena de
gozo, de satisfacción, un refugio, en donde la familia está conectada por el
arte de amar, es una prioridad para
seguir viviendo con emoción la vida.